Broceliande es un bosque mítico …y un poco timo también. Porque no es, ni mucho menos, como te lo pintan. Y está tan explotado que lo último que allí encuentras es paz, misticismo y soledad. Lejos de darnos por vencidos, tras una primera visita decepcionante, volvimos una segunda vez, y descubrimos lo que merece la pena, que curiosamente no sale en los folletos ni en las señales. Y te lo contamos todo aquí, para que veas que los blogueros también mentimos, y para que no te tomen el pelo si vienes a Bretaña.
El caso es que descubrimos que vivíamos muy cerca del famoso bosque, ubicado en el corazón de esta región y escenario de las míticas historias de Lancelot, Ginebra, Merlín, el Rey Arturo y los Caballeros de la Mesa Redonda. Y aún sabiendo que no eran más que historias, pensamos que el lugar merecería la pena, como paisaje. Buscamos algo de información, y unas fotos magníficas, con luces improbables y ángulos imposibles nos hicieron creer que el lugar tendŕia encanto. Primer error: las promociones turísticas, a veces, mienten descaradamente, y los pocos blogs o páginas que habían estado por aquí también mentían (luego comprendimos que, por no decir que les habían engañado, como a todos, prefirieron retocar imágenes y exagerar los relatos). Aquí algunas fotos sacadas de la web oficial, para que soñéis:
Cuando consultas información, los mapas que aparecen suelen ser parecidos: los ves tan sencillos y poco recargados que supones que el entorno natural lo domina todo. Segundo error. Lo que ocurre es que los mapas no es que sean minimalistas, es que son «aproximativos»; quiere decir que los cruces, por ejemplo, no están más o menos donde los ves dibujados, o que las distancias entre pueblos no son proporcionales… Por supuesto, sólo aparece «lo que hay que ver» y todo lo demás, si no lo encuentras por azar, no existe. Éste es el que te dan el la Oficina de Turismo, tipo «mantel individual de restaurante»:
Así que nos plantamos en Paimport, la población que aparece en el centro del mapa y que, en realidad, sólo tiene eso, que está en el centro del mapa. Es el lugar principal del bosque, allí está la Oficina de Turismo y todos los servicios turísticos imaginables, con nombres tan originales como «Restaurante La Mesa Redonda» o «Bar La Cueva de Merlín». Por supuesto no falta el centro de interpretación de turno, y de pago, sobre las leyendas artúricas. La abadía del S. XIII junto al lago apenas tuvo interés para nosotros, salvo que albergaba alguna talla del XIV, tampoco en muy buen estado. Así que una vez visto, decidimos seguir con la ruta. Y ahí es donde descubrimos que casi todo lo que aparece en el mapa está en el radio de influencia de dicha localidad, lo que la convierte simplemente en el lugar idóneo para dormir/comer/gastar. Lo que buscas cuando visitas un bosque o un destino natural, vamos.
Decidimos empezar visitando lo más cercano, una «tumba de gigante», un antiguo dólmen de galería, al que se llega tras una corta caminata. Perfecto, nos dijimos, así entramos en el bosque y tomamos contacto con él. Tercer error. El bosque es muy, muy joven, los troncos de los árboles son finísimos, y están perfectamente alineados, pues son de replantación. Todo el bosque es privado, y, por tanto, está en explotación continua, renovándose sus habitantes periódicamente. Es otra forma de interactuar y concebir el término «bosque», y la verdad es que nos chocó bastante, desde que entras en Francia, por la zona de Las Landas. Además de que la señalización era un poco confusa, buena parte del bosque es zona de entrenamiento militar y está, más que vallada, fortificada, así que durante nuestro paseo nos acompañó el sonido de las maniobras y la vista de paneles «fusilados». Por fortuna ese día sólo eran prácticas con ametralladora. Como las Bárdenas, pero en verde.
El dolmen, por cierto, prácticamente derruido, estaba algo descuidado. Aunque lo que más nos dolió fue el panel explicativo. Como ocurre con «La Tumba de Merlín», ambos yacimientos estaban en perfecto estado en el siglo XIX; con el auge de visitas al bosque, sus dueños decidieron excavar por todo buscando supuestos tesoros escondidos, derribando y destruyendo menhires y dólmenes. Genial, oiga. Del segundo, y mucho más visitado, sólo queda un pedazo de piedra en el suelo…
Volvimos al coche, ya empezábamos a sentirnos estafados, y decidimos ir a lo seguro: un castillo. Esto no puede salir mal. Tras diversas vueltas por las carreteras secundarias (recordad el plano aproximativo) llegamos a Trecessot, un curioso castillo, rodeado de agua, y sólo visible desde el exterior. Luego nos seguimos adentrando en la carretera que continuaba por el bosque, y sin ser espectacular, era bastante más interesante que lo que habíamos visto por la mañana.
Si nuestro relato acabara aquí, nuestro consejo y tu (probable) conclusión serían no visitar Broceliande. Pero, como ya te dijimos, vivimos cerca, así que le dimos una segunda oportunidad. Esta vez, con un mapa de la zona de verdad. Y así es como descubrimos que lo que no aparece en el mapa, o lo que lo hace de forma sutil, es lo mejor. Aún así cometimos la imprudencia de volver a uno de los enclaves turísticos, cuarto error, la Tumba de Merlin. No tenemos palabras. Las caras de los turistas cuando llegaban al lugar eran el espectáculo en sí, no el megalito, pues te hacen ir ex profeso desde Paimport, a más de diez kilómetros, aparcar, andar cien metros, encontrarte con eso… y volver. Si, bueno, puedes hacer una excursion circular (hora y tres cuartos, más o menos) pasando por la «Fuente de la Juventud» o el «Roble de las Umbrías», pero no vimos a casi nadie que emprendiese el camino. La foto de la izquierda es como se vende, la de la derecha, lo que encontramos…
Por suerte, esta vez veníamos mejor preparados. Decidimos ir a ver el alineamiento de Menhires de Monteneuf, ubicado muy al sur del bosque (abajo del todo en el mapa). Se trata de zona de transición entre los bosques bretones y la cultura megalítica costera del Morbian, y presenta un conjunto de menhires extraordinario. El tema es que al estar entre la legendaria Broceliande y el conjunto de menhires más famosos de Bretaña (Carnac) queda olvidado por muchos. Para nosotros fue fantástico, nunca habíamos visto un conjunto semejante.
Los menhires de Monteneuf se descubrieron en la década de 1970, tras un gran incendio forestal que arrasó la zona, parece increíble. Hoy se ubican en una zona protegida, un verdadero bosque, un entorno donde pasear de verdad entre los diferentes grupos y conjuntos de megalitos, con un pequeño centro de acogida de libre acceso y una gran pradera a la entrada, ligeramente alejado todo ello de la zona de parking. Lo recorrimos hasta cansarnos, aprovechamos los itinerarios e informaciones, los disfrutamos en silencio y en compañía, les hicimos fotos desde todos los ángulos, picnic y siesta entre ellos… y todo con absoluta libertad. Estaba cuidado a la perfección, no veías a nadie dejando rastro de su visita, sino que todos contribuían a mantener en perfecto estado ese pedacito de su cultura y de su historia. A pesar de todo, les han pasado una carretera justo por uno de los extremos del yacimiento, y de eso no debe hacer mucho, lo que da idea también del concepto de protección y su relatividad, o su manejo según intereses.
Cuando ya habíamos tenido suficiente, cogimos el coche e hicimos diez kilómetros más, saliendo así de la zona «oficial» de Broceliande, hasta llegar a Josselin. Veníamos atraidos por su castillo, que perfectamente podría competir con cualquiera de los del valle del Loira,y que se encuentra ubicado no en lo alto, como es habitual, sino en la parte más baja de la localidad, junto al río.
Pero lo que nos enamoró fue el pueblo. Nunca nos cansaremos de ver casas de construcción tradicional con madera, pero, sobretodo, cómo ha manenido el trazado urbano y la vida que había en sus calles.
De esta experiencia sacamos varias conclusiones:
Uno, cada vez nos gustan menos las zonas turísticas y todo lo que «hay que visitar», los destinos pierden así su personalidad y encanto, y a tí te tratan como a un borrego más.
Dos, se acabaron los mapas turísticos, estamos visitando Bretaña con una guía de los años 60, comprada en un mercadillo de libro antiguo por 2 euros. Su mapa de carreteras es el más completo que hemos visto, y las descripiciones de pueblos y monumentos, la mejor, pese a que pueda haber algún desfase tras medio siglo. Una guía bien hecha siempre vale, aún siendo vieja.
Y tres, una ruta e itinerario es todo lo que tú quieras visitar, da igual si cambias de zona, departamento o región. Muchas veces, como la información la hace la administración, la corta donde está el límite político, sin tener en cuenta que los pueblos de alrededor pueden ser iguales, o de transición, y por lo tanto, complementarios. Segmentar tanto acaba distorsionando los espacios, que parecen islas en un archipiélago, sin ningún sentido.
El problema, y ahí es donde hacemos la crítica, es que por querer imponer un punto de vista sobre el relato, se distorsiona todo lo demás. Estos bosques, y la región en general, son la zona con mayor concentración de restos megalíticos del mundo (sin contar todo lo que está sumergido por el aumento del nivel del mar) y ello sirvió para que en la Edad Meda, Chrétien de Troyes los aprovechara para su ciclo artúrico, porque el reaprovechamiento de construcciones y narraciones orales es muy habitual en arte o literatura. Pero cuando centras tu relato sólo en lo legendario, pervirtiéndolo hasta superar el límite para vender cualquier recuerdo o camiseta, no sólo tratas a tu público como si fueran niños, sino que no les dejas ver el conjunto y, por tanto, la verdadera riqueza del lugar. Esto ocurre también con los castillos del Loira: no todos los de la ruta merecen la pena, sólo por estar a orillas del citado río, y otros muchos del entorno se ignoran injustamente, por el mismo motivo. Aunque de estos temas hablaremos otro día, que bien merecen un post aparte.
Fantástico comentario-reportaje. Me ha servido de mucha ayuda en mi próximo viaje a Bretaña. Buscaré más en tu blog sobre esta zona… GRACIAS!!!!!
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Gracias a ti por leernos!
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Muchísimas gracias por el maravilloso post!
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Me parece decepcionante y frustante que no se pueda ir de ruta senderista por el bosque, te quita la idea de ir a visitarlo.
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