Seguramente, ya habrás estado en Barcelona. O tal vez no, y estás buscando información para visitar una de las ciudades más turísticas del mundo y, como todos buscamos, conseguir encontrar su esencia (que la tiene), entre los millones de turistas anuales que la recorren a toda prisa cada año.

Barcelona es Mar Mediterráneo de punta punta, ciudad vieja de palacios góticos, luz cálida en invierno, modernismo y Gaudí, pero también Domènech y Montaner, entre muchos otros. También es revolucionaria, alternativa, amante del buen vermouth y de los paseos, de tiendas de libro viejo y otras en las que encontrar de todo. Barcelona se pensó para ser paseada, y a nosotros nos encanta en invierno, cuando el clima es más benigno que en otras zonas, como la nuestra.

Si ya has visitado todos los lugares de las listas y guías de viajes y quieres más; si la visitaste hace tiempo y quieres volver, o si quieres conocer Barcelona y evitar la masificación actual, estas son nuestras recomendaciones. Tan subjetivas y personales como cualesquiera otras, pero basadas en la experiencia de nuestros viajes. Sólo eso.
- Los alrededores de Las Ramblas. Es, con diferencia, la calle más conocida y transitada de la ciudad, donde se concentra todo el mundo. Sal y métete por las calles que desembocan en ella, ya sea a derecha o izquierda. Evita la Boquería o la Plaza Sant Jaume (o pasa de largo si te pilla de camino) y te adentrarás en los barrios más antiguos y con solera de la ciudad, donde los vecinos resisten contra la gentrificación, los alquileres turísticos ilegales y mantienen las pequeñas tiendas de barrio.
- ¿Mercados? Si, pero otros. Como ya hemos dicho, evita La Boquería, y aprovecha para comprar o comer en los más tranquilos, como el de Santa Caterina. No te pierdas el dominical de San Antonio (antiguo «Los Encantes») si te gusta el coleccionismo y el libro viejo.
- Visita la catedral, no la Sagrada Familia. Gótico Mediterráneo en estado puro, en uno de los edificios más antiguos de la ciudad, y su plaza, escenario de ferias y mercados en fechas señaladas. Tiene horario de libre acceso (para el culto) y horario para uso turístico y cultural, «con donativo», como suele ser habitual en los edificios religiosos en España.
- Si quieres pasear por el Barrio Gótico, que sea a primera o última hora, cuando aún no han llegado o ya se han ido los turistas de crucero. Y así podrás disfrutar de las actuaciones de los músicos callejeros, de los patios medievales y de algunos museos o archivos, que se encuentran ubicados en espectaculares edificios, como el MUHBA, Museo de Historia de Barcelona, para ver cómo se ha desarrollado y evolucionado la ciudad a lo largo de los siglos.
- Las vermoutherías, tus nuevas amigas. Aunque en algunos lugares se están poniendo de moda, aquí nunca se fueron. Disfruta del vermouth o de los vinos de mesa tradicionales. Disfruta de la buena vida: copa, conversación y compañía. Eso sí, si catas, consume, que ya son demasiados los que prueban todos los vinos y se van tan frescos. Aunque nadie te dirá nada por ello, no es de recibo. El día que echen el cierre, todos saldremos a llorar por ello, pero casi nadie sabrá decir lo que costaba una jarra de vino en el establecimiento.
- Volviendo al Raval, el bar Marsella está considerado como el café más antiguo de Barcelona, con sus espejos y suelos hidráulicos, algunos originales. Fundado en 1820, está situado junto a la Filmoteca de Cataluña. Un aire bohemio, decadente, de otro tiempo… que se confirma cuando conoces la bebida estrella del lugar: Absenta. Y merece la pena probarlo, la preparación lo convierte en algo muy parecido a un pastis francés. El Ayuntamiento de Barcelona compró el edificio para salvarlo de la demolición y, gracias a eso, podemos seguir disfrutando del establecimiento.
- Librerías, como la Central del Raval, una antigua iglesia reconvertida en una librería de referencia en temas políticos y sociales, o la Llibreria Calders, una librería que nos gustó mucho por su contenido, aunque pueda formar parte de esos procesos de gentrificación de los que tanto hablamos.
- Por supuesto una pista que siempre seguimos en esta ciudad es el rastro de George Orwell. Es algo evidente en la plaza que lleva su nombre, pero nos interesa más la impronta que dejó en él la ciudad revolucionaria que conoció en 1936, y cómo su experiencia en el Frente de Aragón influyó de manera determinante en el resto de su obra. ¿Te interesa más el tema? Te recomendamos las visitas de Barcelona Rebelde, con Salva, y verás la ciudad como nunca hasta ahora. Busca sus obras en las librerías de Barcelona y acércate a uno de los autores clave para comprender el siglo XX y descifrar el XXI.