Si dice el dicho que «de Madrid, al cielo», queda claro que debemos acercarnos a Alcalá de Henares para poder entrar por su puerta, ¿no? Pues eso hicimos.
Viajar a Madrid y visitar lo típico está muy bien, pero no tiene mucho mérito si se sigue cualquier guía turística. Así que, como ambos conocíamos bastante la capital, decidimos volver para, esta vez, visitarla juntos. Aprovechando lo que sabía cada uno, y descubriendo alguna cosilla más, pasamos un fin de semana largo con un presupuesto bien ajustado. Y aunque visitamos Alcalá de Henares en otro viaje, os las presentamos juntas, porque se complementan muy bien para alargar un fin de semana.
Cómo llegar es el primer punto. Podéis ir en Ave (si pilláis oferta en su web, por favor, decidnos cómo lo habeis hecho, porque para nosotros es imposible) en bus, que es mucho más barato; o en tren regional, si lo hay desde tu lugar de destino. Nosotros esta vez fuimos en coche. Si lo hacéis así, recomendamos aparacar y domir en Alcalá, y desde allí, ir en bus o cercanías hasta Madrid por unos dos euros. Si dormís en Madrid, las zonas de La Latina o Lavapiés son buenas para moverse por el centro sin gastar en metro. Si es así, os recomendamos los Hostales THC (Latina, Tirso de Molina o Lavapiés) por precio, ubicación y buen trato.
Madrid, como cualquier capital europea, tiene lugares para todos los gustos y bolsillos, así que se puede organizar el viaje a capricho, y elegir las visitas que más os apetezcan. Mirad y remirad, porque siempre hay formas más baratas de hacer las cosas. Por ejemplo, se puede entrar gratis al Palacio Real y a los principales museos durante las dos últimas horas del día (Museo del Prado cualquier día entre semana, a partir de las 18.00h. Museo Reina Sofía, a partir de las 19.00h); visitar el Templo de Nebod, el Jardín Botánico de Atocha, el Retiro y su Palacio de Cristal, la fantástica biblioteca de la Uned (en la derruida iglesia de las Escuelas Pías) el Mercado de San Miguel (interesante por su arquitectura de hierro y por los productos, es también un buen sitio para comer) o cualquiera de las exposiciones temporales que se ubican en edificios públicos. Y todo, gratis.
Y callejear. Mucho. Madrid invita a perderse por su casco histórico, y reencontrarse con plazas llenas de vida, vida de barrio, que aún guarda la esencia de las tradicionales corralas, los mercados de abastos y los cafés/bares de-toda-la-vida donde comer buenas tortillas y huevos rotos… aunque los de la foto no sean, ni de lejos, los mejores que hemos probado. Por favor, no vayáis a tapear al Museo del Jamón o bares de la zona turística. Dejadlos para los japoneses.
Acudir a ver un musical es siempre una buena opción. Pero si buscáis algo más, hay toda una oferta cultural alternativa: monólogos, pequeñas producciones teatrales autofinanciadas… Nosotros recomendamos el Teatro del Barrio, otra forma de gestionar la actividad cultural y de relacionarse con el público, en un tú a tú que os hará sentir mucho más que un simple espectador.
Alcalá de Henares. Debo reconocer que no soy objetiva, porque estoy enamorada de esta ciudad desde que estudié en ella… es absolutamente fantástica. Toda su universidad, y los centros relacionados, junto con la sede del Instituto Cervantes, se ubican en antiguos monasterios rehabilitados. Si alguien quiere formarse como profesor de Español Lengua Extranjera, éste es tu lugar.
Pasear por su calle Mayor es un capricho que hay que hacer varias veces para no perder detalle. Desde la variedad de columnas y capiteles que la componen, hasta algunas casas destacadas, como la de Miguel de Cervantes, la de Manuel Azaña o el Hospital de Ancianos (un palacio de los Señores de Antezama cuyo patio merece entrar, si es posible en ese momento). Y por supuesto, los comercios y bares que se distribuyen por sus bajos y patios. Muy recomendables son el bar gallego que se ubica al final de la calle (no necesita más descripción) las cervecerías con los depósitos suspendidos, como El Balcón del Henares, o los mesones escondidos en algunos patios, que conforman una ruta propia, si queréis comer un buen cocido o asado de la tierra.
La Casa Natal de Miguel Cervantes (bueno, su reconstrucción) alberga una curiosa colección de libros de El Quijote editados en todos los idiomas del mundo (de hecho es, tras la Biblia, el libro más traducido de la historia) la capilla de San Diego y su pila bautismal o el Museo Arqueológico Regional, con una fantástica colección de mosaicos romanos de la antigua Complutum, son todos lugares de entrada gratuita.
Pero, aunque estamos hablando de un viaje económico, no dejéis de visitar los edificios más emblemáticos, que por algo es ciudad Patrimonio de la Humanidad: las visitas a la Universidad y al Corral de Comedias son de pago, pero es poco y merece la pena. Podéis preguntar por ellas en la oficina de turismo y descubrir, por ejemplo, cómo 300 vecinos salvaron el edificio histórico de la Universidad del olvido, comprándolo entre todos, convirtiéndose así en condueños. O pisar el Aula Magna, donde se entrega cada año el Premio Cervantes. El Corral de Comedias necesita poca presentación, apenas quedan en Europa restos de estos antiguos teatros, y menos aún que sigan en uso. Podéis acudir a una representación, aunque hay que comprar las entradas con tiempo, o conocer su entrañas en la visita guiada, no os defraudará.
Lo dicho, para perderse… y repetir en cualquier momento.
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