De Madrid ya os hemos hablado alguna vez, es una ciudad a la que nos gusta mucho ir y seguir descubriendo poco a poco sus secretos porque, de alguna manera, Madrid engancha. Por cierto, uno de nuestros últimos hallazgos en redes ha sido Un sereno transitando la ciudad, una página hecha con mucho cariño por alguien enamorado de la capital, que transmite el sentimiento en cada foto o entrada, muy recomendable si visitáis o vivís en la ciudad. Y fuera de la capital, Alcalá de Henares siempre tendrá un rincón de nuestro corazón. Pero teníamos una espinita clavada: nunca habíamos estado juntos en la plaza de Chinchón. Un capricho que, por unas razones u otras, nunca había llegado, hasta hace poco.

Con la excusa de unos días libres nos fuimos a visitar a unos amigos a un pueblecito de la sierra, Colmenar del Arroyo, y tuvimos claro que, en esta ocasión, no íbamos a pisar la ciudad. Queríamos conocer otro Madrid, pausado, más tranquilo, por carreteras secundarias y pueblos, tomando cafés en pequeñas plazas mayores, con buenas conversaciones y mejor compañía.
Antes de empezar, y ya que estábamos «al otro lado de la sierra» aprovechamos la cercanía para visitar, en la provincia de Segovia pero apenas a unos minutos de casa, los Toros de Guisando, unas esculturas vetonas que en el norte peninsular no se conocen, pero que a partir del centro, y cuanto más al suroeste y cercanos a Portugal nos encontremos, más habituales son. Unos de esos vestigios que nos acercan a los pueblos que vivieron en la península antes de la romanización, y de los que vamos descubriendo pequeños aspectos, aunque muy despacio.

El Valle del Sol fue todo un descubrimiento de nuestros anfitriones, un paraje perfecto para dar algunos paseos por el campo, incluido el búnker de la guerra civil conocido como Blockhouse 13.


Pero íbamos a lo que íbamos, y por fin, pudimos conocer Chinchón. Recorrimos las calles sin prisa, su iglesia fortificada, tomamos vermouth en su plaza, la fotografiamos desde todos los ángulos… No nos cabe duda, la fama es merecida: uno de los pueblos más bonitos de la comunidad.

De hecho, nos gustó tanto que decidimos hacer una ruta por otras localidades cercanas con plazas similares (aunque, eso si, ninguna igual). Lo de las Plazas Mayores en el centro de España es otro nivel, amigos. Aún siendo sencillas y con entramados de madera, esas plazas aportan personalidad y encanto al pueblo más soso, haciendo honor a su carácter de centro de vida social. Si os gustan tanto como a nosotros, la Comunidad editó hace unos meses una guía para recorrer 99 pueblos y sus plazas, que podéis descargar aquí. Para morir de amor yendo de plaza en plaza. Nosotros recorrimos unas pocas, lo justo para saber que tenemos que volver y que queremos verlas todas!
Colmenar de Oreja fue nuestra siguiente parada. La llaman la «bella durmiente» por ser una de las plazas más bonitas de la zona, y de las menos conocidas. A nosotros nos llamó mucho la atención la iglesia, fortificada, y los porches, pasajes y escaleras que abundan en torno a ella.
San Lorenzo del Escorial y su monasterio lo dejamos para el último día, para no romper el ritmo de lugares tranquilos que llevábamos. Desayunamos sin prisa en su plaza: aquí ya cambia la arquitectura, se nota que estamos en un pueblo de sierra y frío, abunda la piedra, pero lo que marca de verdad su carácter es la omnipresencia del Monasterio, apenas dos calles más allá de donde nos encontramos.
Merece la pena la visita aunque sólo sea por ver la biblioteca, una de las más bonitas que hemos visto en España. Como no dejan fotografiarla, la imagen es de Patrimonio Nacional, y os aseguramos que hace verdadera justicia a la belleza del lugar.
Como truco, si vas con tu coche: aparcar en la zona delantera del Monasterio es complicado, está regulado por parkímetros y suele ser un poco agobiante. Pero, apenas a cincuenta metros, saliendo a una plaza lateral por un arco, tienes una gran zona de aparcamiento, casi siempre libre y, además, exenta de pago. Pero los turistas no llegan hasta ahí, ya que coches y buses se dan la vuelta en la misma plaza y salen por donde han entrado. Eso sí, no se lo contéis a nadie…

Y tú, ¿ya has visitado las plazas mayores de Madrid?