Llegamos tras un buen viaje en camión; es nuestro único medio de transporte en México, y los trayectos son siempre amenos. El paisaje es espectacular: carreteras rodeadas de selva y coloridos pueblos llenos de vida. Buscamos el hostal que hemos cogido a través de una oferta de booking (truco viajero: abre una cuenta de correo en el país por el que vayáis a viajar, si vais a usar webs para comprar billetes o coger habitaciones, serán más baratas) y que resulta ser un estupendo hotel en la plaza central de la ciudad. Para mí es el mejor hotel en el que he estado nunca: un edificio colonial restaurado con gusto, amplio, luminoso y nuevo. Nuestra habitación, enorme, tiene dos balcones que dan a la plaza, justo frente a la catedral.

La plaza está siempre llena de vida: bailes regionales, espectáculos de luz y sonido, desfiles, manifestaciones… es el corazón de la ciudad, pero, sorprendentemente, al llegar la noche reina la paz y dormimos sin escuchar un ruido.

Decidimos ir a la oficina de turismo a buscar información para descubrir la ciudad, pero la muchacha que nos atiende apenas nos ofrece nada, ni siquiera un triste plano, porque no tiene (¿en serio?). La verdad es que nos cuesta encontrar oficinas útiles y eficientes en México, pues bien no tienen información, bien la que tienen es sólo publicidad de comercios y tour operadores dispuestos a desplumar al gringo, como si fueran a comisión, pues si pides algo alternativo, nunca existe según ellos. Así que hacemos lo mismo que en Valladolid, acudir a la biblioteca (que está en la misma plaza, por cierto) donde nos tratan de maravilla y nos ayudan a buscar todo lo que queremos: mapas, información histórica, yacimientos… leemos y anotamos todo lo que necesitamos porque queremos organizar una previsión de ruta y escribir a nuestros anfitriones de Couchsurfing con más tiempo, muchos nos están diciendo que no porque avisamos con muy pocos días de antelación. Estamos tan a gusto, y trabajando, que se nos pasa la mañana sin enterarnos.

Campeche, San Francisco de, es una ciudad marítima fortificada, que forma parte de una red de ciudades caribeñas de las mismas características, todas fortificadas tras su nacimiento para repeler los ataques e incursiones piratas, que eran frecuentes. En aquella época (siglos XVII y XVIII) eran el punto de entrada de las mercancías que llegaban desde Europa y, lo más importante, el punto de salida de todo el oro, plata y joyas de las minas americanas hacia la Metrópoli, lo que las convertía en un deseado blanco de robos y asaltos. El conjunto de ciudades se reparte por toda la costa caribeña y está declarado Patrimonio de la Humanidad:
- Puerto, fortaleza y conjunto monumental de Cartagena, Colombia.
- Ciudad vieja de La Habana y su sistema de fortificaciones, Cuba.
- Castillo de San Pedro de la Roca en Santiago, Cuba.
- Ciudad Histórica Fortificada de San Francisco de Campeche, México.
- Fortificaciones de Portobelo y San Lorenzo, Panamá.
- Fortaleza y Sitio Histórico de San Juan de Puerto Rico.
- Ciudad Colonial de Santo Domingo, República Dominicana.

El museo de Historia Naval y Comercial, en el mismo edificio que la biblioteca, se dedica, precisamente, a desarrollar el tema, como veis en la foto superior.
Campeche resulta una ciudad amable, con un casco histórico impecable, unas fortificaciones recuperadas y un malecón donde, al atardecer, se instalan multitud de puestos de comida, y mucho ambiente, siendo el lugar perfecto para disfrutar de unos ricos tacos.

Nuestro último día en la ciudad es un lunes. Ha llovido, y ya no es fin de semana, por lo que descubrimos otra ciudad distinta. Campeche es la ciudad más turística para los mexicanos, por su seguridad, motivo por el que todos los fines de semana se llena de parejas que disfrutan de una escapada. Pero ha llegado el lunes, y la ciudad ha vuelto al que debe ser su ritmo habitual, pausado y tranquilo. Paseamos por el malecón hasta acabar en la parte más antigua y auténtica de la ciudad, la originaria, el barrio de San Francisco.

El último paseo por la ciudad nos lleva, sin saberlo, hasta la bella Mansión Carvajal, antiguo palacete hoy reconvertido en edificio público, donde toda la arquitectura y organización de la casa giran en torno a su patio y una espectacular escalera, que no se sujeta nada más que sobre sí misma, en su primer y último escalón.


Después de comer volvemos a la biblioteca, no tenemos muy claro la zona que nos rodea, ya que nos cuesta organizarnos, apenas encontramos mapas que muestren más que las rutas turísticas preestablecidas y nuestro presupuesto es más elevado de lo que habíamos estimado. Nuestra falta de previsión, es, además, un impedimento en Couchsurfing, pues solicitamos con tan poco tiempo que mucha gente no puede alojarnos, y empezamos a estar cansados. El yacimiento más cercano desde aquí es Calakmul, y discutimos si ir o no, entrando en un debate que ya se nos ha planteado alguna vez y que nos ronda hace tiempo: elegimos ver lo más turístico (por la facilidad de transportes e infraestructuras) o buscamos alternativas, que suponen más trabajo para obtener la información. La verdad es que resulta agotador organizar las jornadas sin querer contratar agencias o viajes organizados, pues apenas hay opciones y lo peor de todo, nadie te las quiere contar. Ni siquiera encontramos foros o blogs donde consultar, pues parece que la gente sólo visita lo mismo. Visitas como Chichén Itzá, caras y decepcionantes, frente a otras menos conocidas, pero más asequibles e interesantes nos hacen decidirnos por los enclaves secundarios a partir de ahora. No iremos a Calakmul.
Así, buscamos respuestas en la estación de autobuses, preguntando por líneas regulares que vayan a alguna zona que nos interese, sin resultado. Tenemos una especie de crisis existencial: vamos gastando más de lo estipulado, no conseguimos alejarnos de los grandes focos turísticos, nos cuesta encontrar alojamiento con mexicanos… y nos agobiamos. O no hemos sido realistas al organizar el viaje, o algo estamos haciendo mal. Así que volvemos a la idea original: seguir hacia Palenque, aunque es turístico, tenemos la esperanza de que todo se vaya haciendo más fácil y barato a medida que nos vamos adentrando en el país y vamos dejando atrás la península del Yucatán. Decidimos ir a Palenque con un bus que viajará toda la noche, entrando así en la región de Chiapas.
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