En un país como Francia, una ruta de castillos te podría llevar a cruzar el país de lado a lado visitando monumentos, y de hecho hay creadas diferentes rutas de castillos, aunque la del Loira es la más famosa de todas. Más que castillos, se trata de palacios residenciales ubicados cerca de la corte versaillesa, en el antiguo ducado de Anjou y otros condados o ducados históricos, que tienen en común ser cruzados por el río que bautiza la ruta. En realidad estamos hablando de una antigua línea defensiva medieval, donde se produjeron, por ejemplo, las grandes batallas de la Guerra de los Cien Años, y que sirvió para delimitar y defender el territorio cuando Bretaña aún no pertenecía a Francia. Aún hoy, todavía quedan en la zona ejemplos de iglesias fortificadas, de cuando religión, política, nobleza y ejército iban de la mano.
Con el tiempo los antiguos castillos defensivos se fueron arreglando al gusto de los diferentes propietarios, convirtiéndose en palacios residenciales, modernos o renacentistas, como muestra del poder nobiliario. Por todo ello, hablar sólo de los castillos del Loira es limitarse a una parte de un conjunto mayor, y reducir mucho una de las partes fundamentales de la historia de Francia.
Si hablamos del valle del Loira como demarcador geográfico, nos encontramos con casi 200 edificios visitables, aunque como siempre, la ruta turística oficial se resume en una decena, para que el recorrido pueda ser hecho en una jornada o en unos pocos días, en una especie de carrera por llegar, ver el monumento, hacer la foto y salir hacia el siguiente, pagando por supuesto una buena entrada por ver el tan temido «hay que visitar». Si sigues este blog, ya sabes que nos alejamos de esos circuitos, que acaban convirtiéndose en destinos masificados y falsos, y que detestamos el turismo de «lista de imprescindibles». En realidad, recorrer los castillos del Loira es tan fácil como coger el coche y tomar cualquier rumbo, y las señales aparecerán cada poco, indicando en muchas ocasiones castillos que no aparecen ni en la mejor de las guías. La región está llena de viñedos y pueblos amurallados, como Doret, que también merecen una visita. Pero, sobre todo, hay que adentrarse en su historia, comprender cómo y por qué aparecen tantos palacios y castillos para así entender las razones del estallido de la Revolución Francesa, pues ahí se hacen evidentes.
Esta entrada resume una jornada de visitas por la zona, sin planificación de ningún tipo, para desmitificar la ruta oficial (Amboise, Angers, etc) y comprobar lo que suponíamos: con cientos de castillos, lo difícil es no ver uno o varios cada pocos kilómetros, y éste fue el resultado.
El mejor ejemplo arquitectónico que visitamos fue el castillo de Chateaubriand, que conserva perfectamente la parte medieval (torre defensiva primitiva, capilla gótica y recinto amurallado) porque la renovación posterior se hizo en otra parte de la propiedad. Así, ambos, castillo y palacio, quedan unidos por el jardín central y conservan sus elementos originales y pureza constructiva. Un libro en piedra sobre la historia arquitectónica europea de finales de la Edad Media al Renacimiento.
La parte medieval conserva la torre feudal, la primera construcción, en torno a la cual se van desarrollando el castillo posterior y su recinto amurallado.
Al otro lado del jardín se levanta el palacio renacentista, construido en ladrillo y siguiendo la moda y gustos europeos del momento. Cambia la época, pero el mensaje sigue siendo el mismo: una demostración de quién ostenta el poder.
Incluso se puede visitar uno de los dormitorios principales, que conserva decoración de época y una preciosa e impresionante escalera de caracol.
El siguiente castillo que nos encontramos fue el de Lorie, aún cerrado (sólo abre en verano, aunque los jardineros estaban poniendo a punto la zona). A pesar de ello, paseamos por todo el bosque que lo rodea, y disfrutamos de los jardines, una de las señas de identidad de todos los palacios construidos, siguiendo la moda de Versailles.
El castillo de Plessis Mace está apenas a 15 km de Angers y es, posiblemente, el conjunto constructivo más completo de todos los que hemos visitado hasta ahora. Se trata de una fortificación del siglo XIII, reformada en el siglo XV en estilo gótico flamígero para adaptarla al uso residencial. Aunque la piedra con la que está construido no es especialmente llamativa, el uso de caliza para las galerías y vanos góticos le da un carácter singular. Todos los edificios se reparten en torno al perímetro de la fortificación, creando un amplio patio interior que hoy se usa para espectáculos y eventos.
El exterior conserva el foso, los restos de la puerta levadiza y buena parte de la muralla, casi intacta.
Montreuil-Bellay, forma parte del distrito de Saumur. Levantado en el siglo XI por el conde de Anjou, fundador de la dinastía de los Plantajenet, esos reyes franceses que se sentarían en el trono británico. Tras la Revolución, el castillo sería comprado por un particular. Fue hospital durante la I Guerra Mundial, y hoy se dedica a la venta de vinos. Fue el más moderno de todos los visitados, pues su rehabilitación durante el XIX le dio ese aire de castillo de cuento que tanto gustaba entonces en Europa.
Visitamos los tres castillos en el mismo día, además de la iglesia fortificada y la ciudadela de Doret, simplemente guiándonos por las señales que íbamos encontrando, y sin pagar entrada en ninguno de ellos. Con esto pretendemos decir que:
- visitar los castillos del Loira es visitar cualquier castillo de la región, aunque no pises ninguno de la lista de «elegidos». La ruta la diseñas tú.
- se puede visitar un destino turístico famoso sin encontrarse con otros turistas y agobios, evitando las fechas y lugares masificados.
- no hace falta dejarse un presupuesto en entradas (entre 8 y 15 euros en cada uno de los castillos famosos)
- es muy fácil moverse en coche por la zona, la señalización es buena.
- además de castillos y viñedos, el Loira es una región llena de pueblos históricos y bien conservados que merecen la pena.
A estas alturas del post tal vez te preguntes por qué visitamos lugares turísticos si no queremos hacer lo mismo que todo el mundo, y la respuesta es sencilla: nos encanta buscar una forma alternativa de hacer las cosas. Y tú, ¿viajas como todo el mundo u organizas tus propios trayectos?