Más de tres años sin publicar. Hemos batido nuestro récord, y eso supone que la rutina se ha apoderado de la vida. Vuelta a los horarios laborales imposibles, las situaciones complicadas, superponer lo urgente sobre lo importante, aunque, echando la vista atrás (es decir, justo al día siguiente), eso tan urgente ya no lo era, y lo importante había perdido su momento…
Hemos seguido haciendo nuestros pequeños viajes y escapadas, no lo vamos a negar; de lo que ya no hemos sido capaces es de sacar el tiempo necesario para convertir esos momentos en un texto que nos satisfaga lo suficiente como para publicarlo. Pero todo tiene su punto final: es hora de vencer esa pereza, por llamarla de alguna manera, que nos ha bloqueado durante este periodo.
Como colofón a esta situación, lo que todos sabemos: pandemia, la palabra de moda. Un nuevo virus, una enfermedad surgida de la nada que nos vuelve a colocar en nuestro sitio como especie: un parásito que el planeta necesita extirparse cuanto antes, por su bien.
Aunque parezca raro, este momento que queríamos haber aprovechado para retomar el blog, ordenar las ideas, imágenes y textos que tenemos en nuestra mente y en nuestros discos duros sólo ha servido para incrementar exponencialmente la situación anterior.
Formar parte de lo que se ha denominado «actividades esenciales» durante este tiempo sólo nos ha servido para ver cómo se aprovechaba la situación para destruir derechos sociales y laborales, cómo desde las Administraciones se cargaba la responsabilidad sobre el individuo de todo lo sucedido, mientras al mismo tiempo se aplaudían y demonizaban sectores como la Sanidad (pública, por supuesto), mientras lo privado, como siempre, buscaba(y se le daba) su ganancia en el río revuelto.
El teletrabajo nos ha obligado a poner nuestros medios propios al servicio de las empresas que nos tienen contratados, usando la electricidad, la conexión a Internet, ordenadores personales o, algo tan simple, el espacio de nuestros hogares como contraparte de la situación creada. Si nuestra sociedad no comprende que eso no es trabajo a distancia, sino aprovecharse de los trabajadores, en aspectos que ni al más explotador se le habría ocurrido, tenemos un grave problema. Minipunto pandémico para la patronal.
Pangea, ese continente único del que deriva el mundo físico actual. Ese continente que, poco a poco, aspirábamos conocer.
Pandemia. Este nuevo momento que nos obliga a permanecer, a involucionar, a restringir nuestros movimientos, nuestras acciones, incluso nuestros pensamientos e ideas. Una «Nueva Normalidad» que podrá ser cualquier cosa, menos normal.
Vamos a tener que olvidar nuestro viejo mundo, nuestra (semi)libertad de movimientos, nuestros patrones sociales. La mascarilla va a ser nuestra nueva prenda de moda. Los abrazos van a quedar relegados al mundo de los recuerdos. Los besos… ¿Dónde quedarán los besos?
Como se puede ver, este post es diferente: no tiene ninguna imagen que ilustre el texto. A partir de aquí, arrancamos de nuevo.
Un nuevo mundo nos espera. Vamos a descubrirlo. Toca volver a conocernos. El viaje continúa.